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Zapatero, visionario del socialismo, criticando millonarios desde su púlpito chavista

Zapatero, visionario del socialismo, criticando millonarios desde su púlpito chavista
Zapatero, el azote de los ricos… desde su sillón de cuero
El ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha vuelto a hacer gala de su incansable lucha de clases desde su cómoda posición de exmandatario con pensión vitalicia. En un acto del PSOE aragonés, el hombre que no vio la crisis de 2008 ni con las luces largas ha arremetido contra Donald Trump y Elon Musk, esos malvados multimillonarios que se atreven a vivir sin pedirle permiso a los socialistas de profesión.
«¡Se creen dioses, joder!», bramó un exaltado Zapatero ante un auditorio entregado, confirmando así su peculiar concepto de argumentación política. Según él, estos magnates se despiertan cada mañana, repasan su cuenta bancaria y deciden conquistar naciones. Lo dice el mismo que ha visto con buenos ojos los «logros» del chavismo en Venezuela, donde no hay multimillonarios (solo jerarcas con cuentas en paraísos fiscales).
Cruzada contra los ricos mientras el PSOE riega con fondos públicos
En su soflama, Zapatero se escandalizó de que Trump y Musk puedan gastar su propio dinero en lo que quieran, algo que a cualquier socialista del PSOE le genera picores ideológicos. «200.000, 300.000 millones, les parecerá poco lo que tienen», criticó, como si la solución a los problemas de España fuese meterles un impuesto especial con nombre rimbombante para financiar alguna ocurrencia de Moncloa.
Además, señaló con desdén que estos millonarios expulsan a los inmigrantes mientras lucran sus bolsillos, lo cual contrasta con su propio partido, que en lugar de expulsarlos, los usa como moneda de cambio político mientras firma pactos para privilegiar a Cataluña sobre el resto de comunidades autónomas.
Zapatero, iluminado progresista
Siempre a la vanguardia del pensamiento crítico, el ex presidente aseguró que el trumpismo no le impresiona. Claro, lo que le impresiona son los regímenes autoritarios con los que se ha codeado. Según su lógica, el ascenso de Trump se debe a que el progreso de la humanidad ha sido demasiado rápido y los reaccionarios han salido de las cavernas espantados con tanto feminismo, igualdad y ciencia.
En este tremendo análisis, aprovechó para introducir a los antivacunas, que al parecer son ahora la peor amenaza de la civilización desde el meteorito que extinguió a los dinosaurios. «Las vacunas son de zurdos», exclamó con esa profundidad intelectual tan característica del PSOE, olvidando que precisamente en su partido hay quienes tienen más reparos en vacunar a sus hijos que en subir impuestos.
Defendiendo a Sánchez, por supuesto
Como buen ex presidente socialista, Zapatero no podía dejar pasar la oportunidad de rendir pleitesía a Pedro Sánchez. Con una devoción que haría sonrojar incluso a los aduladores más experimentados, defendió al actual inquilino de Moncloa con un entusiasmo digno de quien espera seguir siendo útil al partido. «Yo no he estado toda mi vida trabajando y siendo presidente para luego no ayudar, no creer, no apoyar, no confiar», proclamó, demostrando que su lealtad al PSOE está por encima de cualquier circunstancia y realidad.
Memoria, historia y una conveniente amnesia
En su defensa fervorosa del PSOE y su gloriosa historia, Zapatero recordó que la formación lleva 145 años luchando por la justicia social, aunque decidió pasar de puntillas por aquellos momentos incómodos, como el golpe de Estado de 1934, la corrupción de los 80 o las chapuzas económicas de su propio mandato.
Eso sí, acusó a la derecha de tener problemas con la historia, como si su propio partido no hubiera pasado décadas reinventando su pasado para hacerlo encajar con su narrativa. «Nosotros no tenemos problemas ni con la memoria ni con la historia», sentenció. Claro, siempre que la memoria se gestione bajo su control y la historia sea la que cuente el PSOE.
Socialismo de salón y desigualdad por decreto
Zapatero cerró su intervención con un alegato marxista de manual sobre la igualdad, defendiendo el fin de la discriminación «por sexo, raza u origen» mientras su partido reparte privilegios según la conveniencia electoral. «Compartir, reconocer, ayudar», fueron los verbos que destacó, obviando que en su partido esos términos suelen significar «subir impuestos, malgastar en chiringuitos y repartir migajas para pedir el voto después».
Así concluyó otra jornada más de adoctrinamiento socialista, donde Zapatero se dedica a criticar a millonarios desde un atril pagado por el erario público y a repartir lecciones mientras su partido sigue sin resolver los problemas estructurales que ellos mismos han causado. Qué bello es el socialismo… cuando lo financia el dinero ajeno.
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