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Sánchez descubre que rearmar Europa suena feo, pero rendirse se dice muy bonito

Pedro Sánchez descubre que «rearmar» suena feo, pero rendirse se dice muy bonito

Una vez más, Pedro Sánchez ha demostrado que el verdadero problema de la política no son los hechos, sino las palabras que se usan para describirlos. En la última cumbre de la Unión Europea, el presidente español se ha alineado con la primerísima ministra italiana, Giorgia Meloni, no para debatir estrategias de seguridad o defensa, sino para dar lecciones de semántica. Porque, claro, hablar de «rearmar» la Unión Europea suena mal. La solución: cambiarle el nombre, que así parece menos belicoso.

El arte de la guerra… lingüística

Aunque Europa vive tiempos complicados, con conflictos activos a las puertas y amenazas crecientes, Sánchez ha decidido que el problema no está en la falta de estrategia y medios defensivos, sino en lo mal que suena decir «rearme». Es decir, más que blindar nuestra seguridad, prefiere blindar su discurso. «No me gusta en absoluto el término rearme», declaró con ese tono grandilocuente que tanto le gusta, como si reescribir el diccionario fuera a frenar las amenazas externas.

El club de los eufemismos

Mientras otras potencias refuerzan sus arsenales, en España la postura oficial es menos defensiva y más teatral. Gracias al liderazgo de Sánchez, el país ahora forma parte del exclusivo «Club de las Guerras de Las Palabras», junto a Meloni, esa misma líder a la que hace apenas un año trataba de extrema derecha pero con la que ahora comparte batallas dialécticas.

En la UE han tomado nota del exquisito oído lingüístico del presidente y han decidido suavizar las palabras para que no duelan tanto a su sensibilidad progresista:

  • «Rearme» suena fatal, pero «preparación tecnológica» es mucho más elegante.
  • «Invertir en defensa» es algo agresivo, mejor llamarlo «estrategia de seguridad compartida».
  • Los «misiles de largo alcance» pueden parecer excesivamente bélicos, pero si se les llamara «artefactos de disuasión pacífica», seguro que son menos problemáticos.

Con este enfoque, no es de extrañar que Meloni y Sánchez hayan encontrado un punto de sintonía. Al parecer, el problema de Europa no es defenderse, sino cómo decir que lo hará sin ofender a nadie.

Von der Leyen, la mala de la película

Pero no todos están de acuerdo con este giro poético. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha dejado claro que la prioridad debe ser reforzar la defensa real, no la semántica. De ahí la propuesta de movilizar 800.000 millones de euros para reforzar la seguridad militar de la UE. Sin embargo, Sánchez y Meloni se han opuesto al concepto de «rearmar» Europa porque, al parecer, la seguridad de los ciudadanos es importante, siempre que no se diga en voz muy alta.

¿Disuasión retórica como nueva estrategia militar?

Si de verdad Sánchez apuesta por esta estrategia comunicativa en materia de defensa, pronto se abrirán nuevos frentes completamente innovadores:

  • En vez de reforzar las fronteras, podríamos enviar comunicados amables pidiendo a los invasores que reconsideren sus intenciones.
  • El espionaje y la inteligencia militar podrían sustituirse por encuestas de percepción ciudadana.
  • Las amenazas a la seguridad se abordarían con comunicados oficiales llamando al «diálogo constructivo».

Con esta brillante visión, España se posiciona a la vanguardia de una nueva estrategia geopolítica: la seguridad basada en que todos los actores internacionales cierren los ojos y hagan como si los problemas no existieran.

Conclusión: La política del postureo

Con su rechazo al concepto de «rearme», Sánchez vuelve a demostrar que su prioridad no es gobernar con acciones, sino con titulares bonitos. Es el líder cuya estrategia de seguridad se basa en no molestar a nadie, ni siquiera a los que podrían poner en jaque la estabilidad europea. Su gran aportación a la geopolítica es hacer que la rendición suene aceptable, que la defensa sea «resiliente» pero inofensiva y que la seguridad sea una cuestión de palabras con las que no incomodar demasiado.

La pregunta es: cuando haya una amenaza real, ¿qué planea hacer? Quizás sacar un diccionario y encontrar una palabra que lo haga parecer todo menos peligroso. Porque en esta España de Sánchez, lo que importa no es proteger el país, sino que nadie se sienta ofendido mientras nos invaden.

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