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Sánchez descubre que la defensa de Europa puede esperar… su marketing no

Sánchez descubre que la defensa de Europa puede esperar… su marketing no
Parece que Pedro Sánchez ha encontrado la manera de irritar a sus aliados europeos sin siquiera despeinarse. Mientras algunos líderes continentales se preocupan por la seguridad y el futuro de Europa, él prefiere jugar con las palabras y hacer malabares semánticos. En esta ocasión, ha decidido que el término «rearme» le resulta, sencillamente, inaceptable. ¿Que Europa necesita reforzar su defensa ante una guerra que tiene a Ucrania como escenario? Bueno, eso lo podrá debatir con su equipo de comunicación, porque lo que realmente importa es que el marketing del presidente no se vea afectado.
De la semántica a la política: el arte de no decir nada
Aunque la Unión Europea parece tener claro que reforzar sus capacidades militares es una prioridad, Sánchez prefiere hacer equilibrios lingüísticos. En su última aparición en Bruselas, aclaró que eso del «rearme» no le gusta «en absoluto». Claro, porque si algo preocupa a los ciudadanos europeos en plena escalada bélica, no es su seguridad, sino los términos políticamente correctos que pueda elegir Sánchez.
Mientras tanto, sus amigos de Sumar, Podemos, PNV y Bildu han decidido darle un empujoncito, votando a favor de una iniciativa del BNG para que España renuncie a cualquier incremento del gasto militar. Una jugada brillante: molestar a la UE y al mismo tiempo calmar a los socios de Gobierno que todavía sueñan con utopías pacifistas en las que los conflictos se resuelven con abrazos y discursos bienintencionados.
Claves del último acto de funambulismo político de Sánchez:
- Dice que no le gusta la palabra «rearme», pero no descarta la necesidad de fortalecer cierta seguridad.
- Justifica su postura con rodeos lingüísticos dignos de un manual de relaciones públicas.
- Deja a Ursula Von der Leyen con cara de circunstancias mientras el resto de líderes europeos se preguntan si España realmente entiende lo que está en juego.
- Evita entrar en polémicas con sus socios de Gobierno, no vaya a ser que se le desmorone el chiringuito.
La defensa de Europa sí, pero sin que suene demasiado bélico
En un giro magistral, Sánchez ha decidido que sí dará su bendición a la propuesta finlandesa de que Europa participe en las negociaciones de paz entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania. Eso sí, con un matiz fundamental: que haya alguien que encarne la voz «de todos los europeos». ¿Acaso se está postulando como ese gran representante del continente? Viniendo de quien ha conseguido que su propio país esté dividido como nunca, la idea es cuanto menos un chiste.
Lo que realmente importa: autopromoción en los eventos internacionales
Pero no todo iba a ser jugar con la semántica de la defensa europea. Durante el almuerzo con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el presidente aprovechó para colar su agenda personal: anunció la Conferencia Internacional de Financiación al Desarrollo en Sevilla y, por supuesto, invitó a sus colegas de la Unión Europea a participar activamente. Porque, al final, la foto de líder global es lo que cuenta.
Así que, mientras Europa afronta una de sus crisis más delicadas en décadas, Pedro Sánchez sigue en su mundo alternativo, donde lo prioritario no es la seguridad de Europa, sino encontrar las palabras perfectas que le mantengan en el poder sin sobresaltos. Si la realidad no encaja en su discurso, tranquilos: él encontrará otra forma de llamarla.
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