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Sánchez: cuando la propaganda vale más que las vidas humanas

El PSOE y la pandemia: oportunismo antes que responsabilidad

Si hay algo que caracteriza a Pedro Sánchez y su troupe es su habilidad para priorizar lo importante: su supervivencia política antes que la vida y bienestar de los ciudadanos. Enrique Ruiz Escudero, ex consejero de Sanidad de Madrid, ha hecho un detallado repaso de las vergüenzas del Gobierno durante la pandemia del COVID-19, señalando con contundencia su nefasta gestión mientras el país se desangraba en hospitales desbordados.

A punto de cumplirse cinco años desde que el virus cambió nuestras vidas, todavía no sabemos cuántos muertos dejó la crisis sanitaria en España. Normal: el PSOE estuvo ocupado engañando con datos, cambiando a su antojo los criterios de contabilización y, sobre todo, evitando cualquier responsabilidad. Sánchez prometió una auditoría sobre la gestión cuando acabase la pandemia. ¿La recuerdan? No, porque jamás la hizo. Otro truco más del mago de Moncloa, esta vez sobre las tumbas de más de 100.000 españoles.

El 8M: cuando la política mató

Es imposible olvidar el espectáculo vergonzoso previo al 8M de 2020. Mientras los datos científicos alertaban de la gravedad del virus, Fernando Simón se dedicaba a hacer piruetas dialécticas para justificar la inacción del Gobierno. Cuando se confirmó que alguien ya había muerto por COVID-19 en Valencia en febrero, ¿cuál fue la decisión tomada? Prohibir más necropsias. Por supuesto. Nada de averiguar el alcance real del virus. No fuera a ser que estropeara la agenda política de Moncloa.

El Gobierno tenía claro su objetivo: preservar las manifestaciones feministas del 8M como si fueran la piedra angular de la estabilidad mundial. La salud pública se postergó, minimizando los riesgos, promoviendo aglomeraciones y culpando a quien se atreviera a cuestionarlo. Al día siguiente, con la resaca de pancartas y consignas aún en el aire, ya era demasiado tarde para controlar el caos. Solo entonces empezó a actuar el Ejecutivo.

Sanidad: el reino de los incompetentes

Mucho se ha hablado de la legendaria ineptitud del entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, un filósofo convertido en gestor de emergencias sanitarias. ¿Su máximo mérito? Ser un peón fiel a Moncloa y pensar más en su futura candidatura en Cataluña que en salvar vidas. Mientras Madrid pedía control en Barajas ante la llegada de vuelos de Italia, donde la crisis sanitaria ya era evidente, el Gobierno hizo lo que mejor sabe hacer: nada. Más tarde, cuando quisieron poner medidas, ya era tarde y lo hicieron de la forma más ridícula posible: con controles visuales de pasajeros. Al más puro estilo de la chapuza socialista.

Por supuesto, el PSC tuvo que salir beneficiado de la pandemia. De los 577 millones de euros en mascarillas comprados por el Ministerio de Sanidad, 400 millones fueron adjudicados a empresas radicadas en Cataluña, muchas de ellas relacionadas con áreas donde Illa había sido alcalde. Transparencia, cero. Beneficios políticos, todos. Socialismo en estado puro.

Corrupción hasta en las mascarillas

Ahora, con el tiempo, vamos conociendo detalles nauseabundos sobre cómo el PSOE convirtió la pandemia en otra oportunidad para enriquecerse. Mientras médicos y enfermeros se dejaban la piel sin material adecuado, Koldo García echa hoy cuentas de cuántos millones pasaron por sus manos, todo bajo la complacencia de José Luis Ábalos, que aún asegura que no sabía nada. Claro que no.

Madrid compró material sanitario por 98 millones de euros. Sánchez quemó cinco veces más dinero en operaciones opacas y, sin embargo, jamás se han encontrado los 160 millones de mascarillas compradas supuestamente por Sanidad. ¿Dónde están? Probablemente, en el mismo rincón donde el PSOE esconde sus vergüenzas.

Cuando las vidas importan menos que la propaganda

La pesadilla del COVID-19 dejó muchas víctimas, pero el PSOE se aseguró de que su imagen política no fuera una de ellas. Idearon campañas como Salimos más fuertes, celebraron la “nueva normalidad” como si hubieran liderado la respuesta al virus con maestría y bloquearon cualquier crítica con su maquinaria mediática. Mientras tanto, sanitarios agotados, familias mutiladas por el dolor y una economía destrozada tuvieron que aprender una lección: para Sánchez, las víctimas solo importan si sirven a la propaganda.

Ruiz Escudero lo deja claro: la gestión del Gobierno durante el COVID-19 fue una combinación de oportunismo, negligencia y corrupción. Pero viendo cómo sigue actuando el PSOE, no sorprende a nadie. Lo de Sánchez no fue una estrategia puntual motivada por el virus; su mandato es una pandemia en sí mismo.

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