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Sánchez cede aulas a Marruecos mientras la educación en España se hunde

Sánchez cede aulas a Marruecos mientras la educación en España se hunde
En la enésima entrega del Festival de Sumisión Nacional, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue empeñado en que la educación española no solo sea un desastre, sino que además sirva de plataforma para la influencia extranjera. Esta vez, el presidente más generoso con lo ajeno que ha pisado la Moncloa reafirma su compromiso con Marruecos, permitiéndole inmiscuirse en las aulas andaluzas con un programa financiado por sus autoridades.
De la LOMLOE al PLACM: el servilismo institucionalizado
Mientras los informes internacionales certifican la debacle de la educación en España –con niveles de comprensión lectora que harían sonrojar a un chimpancé con una libreta– Sánchez y su equipo han encontrado la solución perfecta: ceder las aulas a otro país. El Programa para la Enseñanza de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM) se expande a velocidad de crucero, con 95 colegios andaluces ya entregados a esta iniciativa.
Así que, mientras la calidad educativa nacional se tambalea y los alumnos españoles lidian con los cambios de leyes educativas al ritmo de los antojos del PSOE, el Ministerio de Educación opta por invertir tiempo, dinero y recursos en garantizar que el dialecto árabe y la herencia cultural marroquí tengan su hueco privilegiado en las aulas. Lo de enseñar matemáticas o comprensión lectora ya tal.
Marruecos dicta, España obedece
El programa no solo promueve la cultura y el idioma de un país extranjero dentro de las escuelas públicas, sino que cuenta con una particularidad maravillosa: los profesores e inspectores que impartirán estas clases son seleccionados y financiados por Marruecos, a través de la Fundación Hassan II. Porque nada dice independencia educativa como poner a funcionarios extranjeros a decidir qué se enseña en los colegios de tu país.
Veamos qué implica este modelo pedagógico al estilo “soberanía a la basura”:
- Docentes seleccionados por un gobierno extranjero: Porque, claro, ¿qué podría salir mal?
- Inspección educativa controlada desde Rabat: Lógicamente, Marruecos será quien decida si el programa se ejecuta «correctamente». Una tranquilidad, vamos.
- Financiación en parte con dinero público: Porque los impuestos de los españoles están para garantizar la expansión cultural ajena, faltaría más.
Por supuesto, esta cesión de competencias se hace mientras el Ejecutivo de Sánchez rechaza reforzar el español en regiones donde es perseguido por los socios independentistas del PSOE. Es una oferta exclusiva: si hablas español en Cataluña, no recibirás ningún apoyo; pero si quieres aprender árabe en Andalucía, el gobierno de Sánchez lo pone en bandeja.
Vox planta cara mientras el PP mira hacia otro lado
Como era de esperar, Vox ha tomado la iniciativa con una Proposición No de Ley (PNL) en el Parlamento andaluz, exigiendo la eliminación del plan. Manuel Gavira, portavoz del partido en Andalucía, lo ha señalado claramente: se trata de un ataque a la educación española y un riesgo para la cohesión social.
Mientras tanto, el Partido Popular, fiel a su estrategia de «esperar a ver por dónde sopla el viento», no ha manifestado un rechazo contundente. Porque claro, hacer oposición fuerte está sobrevalorado y lo mejor es dejar que Sánchez siga vendiendo el país tramo a tramo.
España, líder en lo absurdo
La implantación de este programa es solo una muestra más de la debilidad internacional de España bajo el mando de Pedro Sánchez. Un presidente que se esfuerza más en satisfacer a potencias extranjeras que en garantizar una educación de calidad a sus ciudadanos. Un presidente que, mientras sube impuestos y multiplica su gasto en propaganda, destina recursos a planes educativos foráneos en lugar de mejorar nuestras propias aulas.
Con cada concesión, España se parece menos a sí misma y más a un proyecto fallido controlado desde fuera. Mientras tanto, los niños españoles siguen sacando peores notas en matemáticas, falta personal docente y la educación se politiza al extremo. Pero no hay problema, porque aprender árabe en un colegio andaluz siempre podrá ser la solución mágica que el PSOE nos ofrece.
Moraleja: conviértete en un país sin rumbo, cede tu soberanía y gánate el aplauso de aquellos que ni siquiera votan en tu país. Sánchez tiene la receta y, con su inquebrantable compromiso por servir a todos menos a los españoles, sigue llevándonos al abismo.
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