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Otro talento fugaz de la izquierda descubre que gobernar no es solo tuitear

Otro talento fugaz de la izquierda descubre que gobernar no es solo tuitear
Elizabeth Duval, el enésimo experimento de Sumar para captar a la juventud woke y de Instagram, ha decidido tirar la toalla. La que hasta ahora era la secretaria de comunicación de la formación de Yolanda Díaz ha anunciado su decisión de abandonar los órganos de dirección del partido. ¿La razón? Al parecer, ha caído en la cuenta de que «las limitaciones de la política institucional y partidista» son algo real y que no basta con discursos grandilocuentes y hashtag militantes para hacer política.
Del postureo progresista a la cruda realidad
Elizabeth Duval entró en la política como quien entra en un evento exclusivo: de la mano de una anfitriona ilusionada (Yolanda Díaz) y con la promesa de que allí había hueco para todos. Pero, como suele suceder en estos casos, la fiesta terminó antes de lo esperado. Lo que parecía ser un nuevo giro fresco para la izquierda terminó siendo otro capítulo de caos y descomposición.
Lo más curioso es cómo Duval ha justificado su salida. En su comunicado deja perlas como:
- «He comprobado todas las limitaciones de la política institucional y partidista». Traducido: esto no era tan fácil como parecía en Twitter.
- «Cuando asumí la portavocía afirmé que la política consiste en la responsabilidad de hacerse cargo de la transformación social». Traducción real: no había suficiente hueco para la performance y el activismo vacío.
- «Mi intención era dejar de ser portavoz el mismo 24 de julio». Lo cual nos hace preguntarnos: ¿qué la hizo cambiar de opinión hasta ahora? ¿El hundimiento de Sumar en las europeas?
En resumen, ha sido otro episodio de desencanto millennial con la política. Creyó que se trataba de un gran altavoz de causas personales y, cuando descubrió que gobernar requiere pactos, gestión y resultados, decidió buscar «otras trincheras» desde donde seguir lanzando eslóganes.
Sumar: un partido que sigue restando
La dimisión de Duval se suma a una larga lista de deserciones en una formación que en apenas un año ha pasado del entusiasmo a la irrelevancia. Tras la debacle electoral del 9 de junio, Yolanda Díaz dimitió como coordinadora general, dejando el timón de un barco a la deriva. Duval se quedó en la dirección de forma interina, junto a otros nombres menos reconocidos que, al parecer, tampoco encuentran sentido a este despropósito.
El proceso es casi cómico de seguir:
- Díaz impulsa Sumar como nueva esperanza.
- El proyecto se llena de activistas y teóricos con un profundo desconocimiento del ámbito institucional.
- El resultado electoral es un desastre absoluto.
- Los implicados descubren que la política no es solo eslóganes y marcharse a congresos en Bruselas.
- Todos huyen en cuestión de meses, asegurando que «lucharán desde otras trincheras» (léase: Twitter, TikTok y alguna universidad con mucho presupuesto para coloquios vacíos).
¿Qué queda de Sumar?
Poco o nada. Con cada salida, el partido que prometía renovar la izquierda se parece más a una casa okupa donde cada inquilino coge su petate en cuanto se da cuenta de que hay que trabajar de verdad. Con la fuga de Duval, se cierra otro ciclo dentro de un partido que nació como promesa y que, con cada día que pasa, demuestra que su nombre debería cambiar a Restar.
Mientras tanto, Yolanda Díaz ha despedido a su protegida con emotivos mensajes en sus redes donde asegura que seguirán «trabajando juntas». ¿Para qué? Es un misterio. Pero lo que es seguro es que, con este ritmo de dimisiones, pronto no habrá nadie en Sumar para responder los correos electrónicos.
Elizabeth Duval ya ha dado el portazo, pero no se preocupen: pronto encontraremos su firma en algún artículo sobre la importancia de la izquierda «auténtica», criticando precisamente esa política que ella misma intentó hacer y de la que salió escaldada.
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