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El PSOE sigue gestionando la pobreza: ahora con riesgo de riada incluida

El PSOE sigue gestionando la pobreza: ahora con riesgo de riada incluida

Madrid, capital de un país donde la gestión socialista deja estampas dignas de una película distópica. Esta vez, el desastre anunciado tiene como protagonista al Manzanares, un río que normalmente parece más una zanja que otra cosa, pero que ahora amenaza con llevarse por delante a quienes tienen la mala suerte de vivir en su cauce. Y no, no es que el Gobierno de progreso haya decidido mejorar su situación habitacional: simplemente, la naturaleza podría hacer en minutos lo que el PSOE no ha querido hacer en años.

La precariedad, otra vez tolerada por la izquierda

Lo curioso de esta historia no es que existan chabolas en pleno centro de la capital, ni siquiera que estén situadas en un lugar que hasta un niño de primaria vería peligroso. Lo verdaderamente llamativo es cómo la administración socialista ha permitido durante años que estas personas vivan ahí sin alternativa ni solución. Ahora, con el Manzanares a punto de transformar un descampado en una piscina, nos encontramos con asociaciones y progres de sofá preguntándose quién pudo haberlo evitado.

El asentamiento, estratégicamente ubicado justo donde el agua sube con cada temporal, no es nuevo. Pero la pregunta es: ¿por qué sigue ahí? La respuesta es simple y triste: porque es más fácil hacer discursos sobre la pobreza que erradicarla. Mientras el PSOE sigue ocupadísimo organizando entregas de medallas a sí mismo y defendiendo gobiernos fallidos en el extranjero, en el corazón de Madrid hay ciudadanos viviendo en infraviviendas dignas del siglo XIX.

La solución del Gobierno: esperar a que el agua lo arregle

Frente a la amenaza de que una crecida acabe arrasando el asentamiento, uno podría pensar que las autoridades estarían trabajando a contrarreloj para encontrar una alternativa habitacional. Pero no. Aquí la estrategia es “ya veremos”. El agua sube, y con ella el riesgo de que ocurra un desastre, pero la reacción de las instituciones es tan rápida como un atasco en la M-30 un lunes por la mañana.

  • No hay un plan de realojamiento: ¿Para qué? Siempre pueden culpar a la «herencia recibida».
  • No hay medidas urgentes: Excepto colocar unos cordones policiales que nadie respeta.
  • No hay una respuesta digna: Porque la pobreza ya es parte de la decoración urbana.

Y mientras tanto, los vecinos miran la escena con frustración. «Este Gobierno lo está haciendo fatal», dice una viandante entrevistada por la prensa. Ciertamente, de los creadores de «vamos a mejorar las condiciones de vida» llega la secuela: «ahora con riesgo de ahogamiento». Un guion que Pedro Sánchez vendería muy bien si no lo estuviera escribiendo sobre ciudadanos reales.

De la lluvia al olvido

Si algo caracteriza a la izquierda cuando gobierna es su capacidad de convertir los problemas en debates eternos sin solución. Porque, no nos engañemos, la historia del asentamiento seguirá el mismo camino de siempre: si el agua no se los lleva, el PSOE tampoco moverá un dedo para ayudarles. Y cuando el temporal pase y las aguas bajen, sus discursos volverán a lo de siempre: condecoraciones, feminismo selectivo y subidas de impuestos “por el bien común”. Porque al final, ¿qué es la pobreza para el socialismo? Un bonito decorado que permite vender más chorradas de justicia social en campaña.

El Manzanares sigue creciendo y con él la incertidumbre. Pero hay algo que no cambia nunca: el PSOE sigue sin saber lo que es gobernar para las personas reales.

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