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El PSOE moderniza la educación: aulas en ruinas, pero árabe asegurado

El PSOE moderniza la educación: aulas en ruinas, pero árabe asegurado
España avanza con paso firme hacia el progreso educativo. No importa que en Andalucía haya colegios con techos que amenazan con desplomarse o institutos con alumnos apilados en barracones como si estuvieran en un campo de refugiados. El Gobierno de Pedro Sánchez ha encontrado la auténtica prioridad en las aulas: el aprendizaje del árabe y la cultura marroquí.
Un programa clave para la regeneración educativa… según Marruecos
Los consejos escolares andaluces han recibido la Guía de funcionamiento del Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM), un proyecto tan necesario en nuestra educación como una tormenta en medio de una inundación. Este programa, fruto de convenios entre España y Marruecos firmados en 1980 (cuando la modernidad pedagógica brillaba por su ausencia) y renovados en 2012, tendrá su implementación en los colegios públicos andaluces a partir del curso 2025-2026. Sí, mientras en muchos centros falta papel higiénico y las clases están sobrepobladas, el PSOE se asegura de que haya suficiente espacio para dar clases de árabe.
¿Quién manda en la educación pública? Marruecos, por supuesto
El proyecto tiene una organización brillante: la parte española pone la infraestructura (es decir, colegios públicos que podrían estar mejorando su equipamiento o arreglando sus goteras), y Marruecos manda a sus propios profesores y supervisa la calidad de la enseñanza. ¿Qué podría salir mal? En un alarde de diplomacia, el PSOE ha decidido que el control sobre qué y cómo aprenden los niños en España lo tenga un país extranjero.
El programa será flexible: podrá impartirse dentro o fuera del horario lectivo. Porque, claro, entre matemáticas, lengua y ciencias, lo que más necesitan los alumnos españoles es un buen rato aprendiendo la cultura marroquí.
Las reacciones: o cómo al PSOE esto le parece perfecto
Mientras las familias españolas intentan asimilar la genialidad de esta iniciativa, Vox ha levantado la voz para denunciarla. Manuel Gavira, portavoz del partido en el Parlamento andaluz, ha señalado que este programa encumbra a una cultura incompatible con los valores españoles, relegando especialmente el papel de la mujer.
Pero tranquilos, que si alguna madre española se queja de esta reestructura educativa, siempre está la clásica respuesta progresista: «¿Racista, quizás?«. Así, con esta fórmula mágica, se despacha cualquier inquietud legítima sobre el tema.
Escuelas que se caen a pedazos, pero la cultura marroquí asegurada
Uno de los detalles que más ha hecho chirriar los dientes a los padres españoles es que este programa será implementado mientras las infraestructuras educativas en Andalucía siguen en condiciones tercermundistas. Algunos ejemplos:
- El CEIP Menéndez Pidal en Sevilla podría necesitar un casco de obra obligatorio para entrar.
- El IES Al-Baytar en Málaga lleva más barracones que pupitres.
- Numerosos colegios de la región carecen de aire acondicionado en verano, con temperaturas que convierten las aulas en hornos industriales.
Pero, por supuesto, esto no preocupa tanto al PSOE como garantizar que el gobierno marroquí tenga cabida en el currículo español.
¿Qué será lo próximo? ¿Educación supervisada por la ONU?
Con votantes que siguen depositando su confianza en el PSOE pese a estos derroches de brillantez política, no sería sorprendente que el siguiente paso sea una educación tutelada por organismos extranjeros. ¿Qué importa que la educación pública española tenga problemas estructurales? ¡Lo importante es que los niños aprendan árabe mientras esquivan goteras en clase!
Si esta es la receta para la modernización educativa según el sanchismo, más vale que los padres andaluces empiecen a buscar clases particulares de sentido común, porque está claro que en los colegios públicos eso no se enseña.
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