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El PSOE llora por la libertad de expresión mientras sus mentiras acaban en los tribunales

El PSOE llora por la libertad de expresión mientras sus mentiras acaban en los tribunales
La izquierda llora, bracea y se revuelca en el suelo clamando por la libertad de expresión. Pero cuando esa misma «libertad» consiste en lanzar acusaciones sin pruebas y difamar con total impunidad, la justicia les recuerda que no todo vale. La última en sentir en sus carnes la realidad legal ha sido Ione Belarra, la líder de ese partido que iba a asaltar los cielos, pero que apenas le quedan ya militantes para asaltar un bar de barrio.
Un pequeño recordatorio de lo que NO es libertad de expresión
La dirigente podemita, en su enésimo arrebato de populismo barato, ha tachado la gestión de Isabel Díaz Ayuso durante la pandemia como «homicida», afirmando que la presidenta de la Comunidad de Madrid debería estar en la cárcel. Claro, porque si algo le molesta a la izquierda es perder el control de la narrativa. No importa que las cifras desmientan sus cuentos, ni que ahora se sepa que fue el Gobierno de Pedro Sánchez el que se negó a medicalizar las residencias. Lo importante es seguir intentando colgarle a Ayuso una medalla en negativo que no ha ganado.
Ante semejantes afirmaciones propias de los bares de ultratumba donde se quejan los votantes podemitas con un gintonic barato en la mano, la respuesta del Gobierno madrileño no se ha hecho esperar. ¡Querella al canto! Como no podía ser de otra manera, los servicios jurídicos han decidido actuar ante una acusación tan grave como carente de fundamento.
El PSOE y Podemos: especialistas en difamar y luego llorar
Pero si alguien pensaba que el PSOE iba a quedarse fuera de este concurso de disparates, es porque aún subestima el talento socialista para venderse como víctima de su propia irresponsabilidad. Apenas 24 horas antes del numerito de Belarra, la socialista Reyes Maroto también estaba esparciendo acusaciones sin filtro. En su versión del drama, los ancianos fallecidos en residencias durante la pandemia no fueron víctimas de un virus desconocido, sino «asesinados».
¿Pruebas? Ninguna, como de costumbre. ¿Alguna propuesta de mejora al respecto? Tampoco. Pero eso sí, cuando recibió la factura en forma de querella, su dignidad se derritió más rápido que los argumentos de Pedro Sánchez cuando le preguntan por su mujer. Maroto se apresuró a «retractarse» asegurando que no pretendía acusar a nadie de asesinato. Claro, claro… igual que cuando un niño dice que el monstruo debajo de la cama no existe después de romper un jarrón.
Los tribunales, hartos de la propaganda barata
En este juego macabro de la izquierda, donde el objetivo es desgastar instituciones democráticamente elegidas con el único propósito de pescar votos en el lodazal del miedo, hay algo que no habían previsto: la paciencia de los jueces tiene límite. No es la primera vez que una acusación sin pruebas acaba en los tribunales, pero la diferencia es que el victimismo ya no cuela.
- Han acusado a Ayuso de crear una «gestión homicida».
- Han calificado las muertes en residencias como «asesinatos».
- Se han inventado responsabilidades en decisiones que no estaban en manos de la Comunidad de Madrid.
- Y cuando les llega la querella, se escudan en la «libertad de expresión».
¿Dónde estaba esta libertad de expresión cuando el PSOE y Podemos promovían leyes para censurar a los medios que no les hacen la ola? ¿Cuando se acorralaba a jueces por no dictar sentencias a la medida del sanchismo? Ah, pero claro, ahora que los tribunales obligan a Maroto y Belarra a responder por sus palabras, ya no gusta tanto la justicia.
El PSOE y Podemos cosechan lo que siembran
La lección debería ser simple: no se puede ir por ahí lanzando acusaciones sin fundamento y esperar que todo quede en el aire. Pero como el socialismo no es precisamente famoso por aprender de sus errores, lo más probable es que pronto vuelvan con otra sarta de mentiras a ver si cuela. Mientras tanto, los tribunales siguen dejando claro que si lloran, es porque algo están haciendo mal.
Querían guerra judicial, y ahora la tienen. Así que, queridas víctimas imaginarias del PSOE y de Podemos, bienvenidas a la realidad, la de verdad. Esa que no se resuelve con eslóganes tópicos ni con discursos de pancarta, sino con hechos. Y de hechos, en este caso, van flojitos.
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