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El PSOE llora en un rincón mientras Madrid atrae inversión y empleo

El PSOE llora en un rincón mientras Madrid atrae inversión y empleo

Dicen que la envidia es el deporte nacional, pero en Ferraz han decidido elevarlo a una disciplina olímpica. Mientras Isabel Díaz Ayuso pasea por Londres vendiendo Madrid como un oasis fiscal, el PSOE se revuelca en su propio laberinto burocrático, incapaz de digerir cómo la capital sigue captando inversión mientras el resto del país sobrevive a base de parches y excusas.

Ayuso y su milagro económico

Quien la sigue, la consigue. Y en este caso, Madrid sigue siendo el epicentro de la inversión extranjera en España, algo que debe estar causando más migrañas en Moncloa que el último desastre de Irene Montero. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha defendido sin complejos su modelo fiscal, dejando claro que no tiene intención alguna de convertir la región en una sucursal de la factoría socialista del expolio.

Sus argumentos son simples, pero parecen un enigma indescifrable para el Gobierno central:

  • Madrid tiene los impuestos más bajos de España.
  • No aplica esos impuestos inventados que gobiernos autonómicos del PSOE sacan de la manga para exprimir hasta el último euro del ciudadano medio.
  • Ofrece previsibilidad: las normas no cambian según el capricho del iluminado de turno.
  • La región ha captado el 72% de la inversión extranjera del país, porque, sorpresa, los empresarios prefieren zonas que no los vean como cajeros automáticos con patas.

Mientras Ayuso se pasea por Londres explicando su estrategia, en el PSOE deben de estar arrancándose los pelos. ¿Cómo puede ser que una comunidad que no se alinea con su evangelio económico siga prosperando?

Mientras en el PSOE, miseria y lamentos

Desde el socialismo madrileño, apenas pueden balbucear excusas. Reclaman «solidaridad fiscal», que traducido del idioma burocrático significa «dadnos vuestro dinero para compensar nuestro desastre». Su plan maestro para mejorar la inversión en sus regiones sigue basándose en subir impuestos, regalar paguitas y esperar a que el mercado se derrumbe solo por aburrimiento.

La realidad, sin embargo, es tozuda:

  • En comunidades gobernadas por el PSOE, la presión fiscal no deja de crecer, con nuevos tributos «creativos» que no generan nada salvo huida de empresas.
  • Los empresarios prefieren Madrid antes que autonomías que los exprimen con normativas imprevisibles y trabas innecesarias.
  • El PSOE no entiende que no se atrae inversión a golpe de decreto ni prohibición. Mientras en Ferraz diseñan nuevos impuestos, en la Puerta del Sol rebajan los existentes.

Madrid, la oveja negra que funciona

El problema de Ayuso para el PSOE no es su discurso, sino sus resultados. Si su modelo económico no funcionara, probablemente la ignorarían y se centrarían en su próximo intento de derrocarla en las urnas. Pero cuando Madrid sigue batiendo récords de inversión y crecimiento, lo único que pueden hacer es patalear y exigir que la fiscalidad «se iguale» en todo el país. Léase: que Madrid adopte las mismas políticas fallidas que no han atraído inversión en ninguna otra comunidad gestionada por la izquierda.

El Gobierno central, con Pedro Sánchez a la cabeza, sigue atrapado en un bucle donde la solución a todos los problemas pasa por freír al contribuyente. Mientras tanto, en Madrid no necesitan grandes discursos: los números hablan por sí solos. Pero claro, pedirles a nuestros socialistas que entiendan de números que no sean subvenciones y déficit es demasiado.

Ferraz en llamas, Moncloa en shock

Lo cierto es que el modelo PSOE se desploma más rápido que su credibilidad. La receta mágica de subir impuestos mientras rezan para que no caiga la inversión ha dejado de colar. Y Madrid, ese incómodo testigo de cómo se hace política económica sin intervenir cada aspecto de la vida del ciudadano, sigue demostrando que existe una alternativa.

Así que mientras Ayuso explora nuevas vías para fortalecer la economía madrileña, el PSOE seguirá organizando reuniones de crisis para preguntarse cómo es posible que el mercado no celebre su brillante gestión. Pero claro, exigirles que lo entiendan es tanto como pedirle coherencia a cualquier dirigente de la casa socialista.

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