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El Bono Cultural financia rave y techno: el PSOE revoluciona la alta cultura

El Bono Cultural financia rave y techno: el PSOE revoluciona la alta cultura
Parece que el término «alta cultura» ha adquirido una nueva interpretación bajo el majestuoso mandato de Ernest Urtasun. Mientras en otros países el incentivo a la juventud se traduce en acceso a museos, teatro o literatura, en España hemos descubierto que lo realmente culto es ir de fiesta a Fabrik. Porque, claro, nada dice «riqueza cultural» como pagar con dinero público la entrada a una discoteca donde el bajo retumba más fuerte que los discursos de Pedro Sánchez.
De El Prado a la pista de baile
El Bono Cultural, esa maravillosa idea del Ejecutivo socialista destinada a fomentar el amor por las artes, ha resultado ser más versátil de lo esperado. Ahora, los jóvenes podrán decidir si gastárselo en un libro de Cervantes o en bailar hasta el amanecer con DJ Nano. La elección es difícil, pero, claro, si nos ponemos en el lugar de un joven de 18 años, es evidente que Don Quijote no compite contra el último tema de David Guetta.
De este modo, esa supuesta ayuda de 400 euros para fomentar la cultura ha terminado financiando noches de desenfreno en una de las macrodiscotecas más conocidas de España. El Gobierno, en su línea de transparencia ejemplar, se ha limitado a decir que las empresas deben adherirse a la plataforma del programa, sin especificar si creen que el techno es el nuevo Beethoven.
Fiesta y subvención: el nuevo lema socialista
El Partido Popular, desconcertado ante semejante hazaña de política cultural, ha exigido explicaciones. Porque, aunque siempre es divertido ver la capacidad del PSOE para redefinir conceptos, en este caso parece necesario preguntar:
- ¿Desde cuándo las raves electrónicas se consideran cultura subvencionada?
- ¿Cuáles son los requisitos para que un club nocturno entre en el programa?
- ¿Se están asegurando de que el Bono no termine financiando fiestas privadas para amigos del PSOE?
Por supuesto, la respuesta del Gobierno ha sido tan esclarecedora como previsible: remiten a la orden ministerial que regula el procedimiento de adhesión. Así que, básicamente, han dicho: «Nosotros damos el dinero y ellos luego ven qué hacen con él«. Qué gran muestra de administración responsable y supervisión rigurosa.
La era de la cultura al ritmo del reguetón
Para los nostálgicos que aún creían que la cultura era acudir a un buen espectáculo teatral o contemplar un cuadro de Velázquez en el Prado, queda claro que están pasados de moda. Bienvenidos al siglo XXI socialista, donde se fomenta el consumo artístico mediante lista de invitados y pulseras VIP. Porque, si algo ha demostrado el PSOE, es que papa Estado está aquí para pagar la fiesta.
En definitiva, el Bono Cultural ha terminado siendo otro gran ejemplo de cómo el gasto público se diluye en medidas populistas que, en lugar de incentivar la educación y el arte, terminan generando titulares surrealistas. Así que, jóvenes españoles, ya saben: si quieren formarse en el ámbito cultural, váyanse de fiesta con el dinero del contribuyente. Eso sí, no pidan libros porque probablemente les digan que están desfasados.
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