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El PSOE y sus socios descubren un nuevo enemigo: las cruces del cementerio

El PSOE y sus socios descubren un nuevo enemigo: las cruces del cementerio

Parece que en el interminable listado de amenazas para la democracia que manejan PSOE y Sumar, quedaban por señalar las cruces de los cementerios. Ya han combatido contra los coches diésel, los azucarillos en los bares y a la propia Constitución, así que ¿por qué no librar ahora una guerra contra los símbolos cristianos? En su última gran cruzada progresista, Yolanda Díaz y compañía han decidido que las cruces del País Vasco son un homenaje inaceptable al franquismo y que deben ser retiradas de inmediato.

Sumar se lanza a la caza de cruces

El partido de la vicepresidenta segunda y experta en sonrías condescendientes ha presentado una proposición no de ley en el Parlamento vasco para eliminar las cruces levantadas en tiempos del franquismo. Alegan que estos símbolos religiosos no son tales sino un intento de glorificar a los golpistas de 1936. ¡Todo muy democrático y tolerante, como siempre!

En su argumentación, los lumbreras de Sumar han descubierto que el nacionalcatolicismo existió –en cualquier momento revelarán que Franco también desayunaba pan con tomate– y, por tanto, cualquier cruz levantada en ese tiempo pasa a ser automáticamente una exaltación fascista. Da igual que muchas de ellas estén en cementerios, en cuya existencia el propio PSOE ya parece tener cierto interés con la crisis sanitaria y económica que gestiona de aquella manera.

Objetivo prioritario: el cementerio de Polloe

Sumar ha señalado con el dedo al cementerio de Polloe, en San Sebastián, donde según su peculiar interpretación histórica se honra sin descanso a los soldados franquistas. Proponen empezar allí su cruzada eliminando una gran cruz que, aseguran, no respeta la memoria de los republicanos enterrados en el mismo lugar.

  • Porque, como todo el mundo sabe, antes de dictaduras y guerras civiles, las cruces eran claros monumentos fascistas.
  • Porque la tolerancia y la diversidad que suelen proclamar excluye cualquier símbolo que les disgusten, como estas piezas de mármol religiosamente ofensivas.
  • Porque, a falta de mejorar el empleo y la economía, el Gobierno va a pleno rendimiento en lo importante: batallar contra elementos de piedra en los cementerios.

Desde la formación magenta aseguran que la cruz no puede abstraerse del «contexto» en que fue colocada, argumento demoledor que nadie se ha atrevido a aplicar a otras expresiones culturales nacidas en regímenes no democráticos. A ver si alguien en Sumar empieza una campaña para tirar abajo ciertos muralitos de Lenin y Stalin que todavía decoran centros de izquierda… pero eso probablemente no sea una prioridad.

Suma y sigue: derribo de cruces también en Aragón

Porque una buena caza de símbolos no se restringe a una sola región, el furor iconoclasta ha llegado a Aragón, donde el PP se ha sumado alegremente a esta fiebre revisionista. En este caso, la excusa oficial no es la memoria histórica sino un supuesto «peligro medioambiental». Sí, han leído bien.

La cruz de Bezas, un enclave que lleva 80 años en el mismo sitio sin molestar a nadie, será derribada porque –atención– un rayo la golpeó y dejó un trozo metálico expuesto. Según parece, en Sumar han contratado todo un equipo de científicos para determinar que esto convierte la cruz en un imán terrorífico para tormentas eléctricas.

Está claro que con este Gobierno, si no te quitan la cartera mediante impuestos absurdos, intentarán al menos quitarte tus tradiciones y símbolos. Todo sea por la memoria democrática… esa que ellos reconstruyen a su medida mientras apuestan por el blanqueamiento de ciertos episodios históricos de su conveniencia.

¿Qué será lo próximo?

Si Sumar y el PSOE continúan con esta obsesión por el derribo de símbolos que les resultan incómodos, en breve podrían empezar a celebrar grandes ceremonias colectivas para dinamitar cúpulas de iglesias, eliminar calles con nombres católicos o censurar cualquier película donde aparezca un crucifijo como decoración de fondo. No vaya a ser que alguien caiga en la tentación de recordar que España tiene historia y raíces que no coinciden con su narrativa ideológica.

Así que, cuidado. Puede que mañana vengan a preguntarte qué tienes colgado en el retrovisor de tu coche… ¡y como sea un rosario, prepárate para una multa progresista por «nostalgia franquista»!

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