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El PSOE descubre la democracia sin periodistas: mucho más cómoda

El PSOE descubre la democracia sin periodistas: mucho más cómoda

Cuando la «información veraz» la decide el Gobierno

Bienvenidos a la nueva era de la democracia socialista, donde la verdad no la define la realidad, sino la Mesa del Congreso, comandada por el dúo PSOE-Sumar. Con una propuesta de modificación del Reglamento del Congreso, el Ejecutivo ha dado un paso más hacia lo que podríamos llamar el periodismo domesticado: solo quien informe según los criterios gubernamentales podrá seguir disfrutando de su credencial en la Cámara.

Y, ¿quién decide qué es información veraz? Pues, obviamente, el PSOE y sus amigos de Sumar, porque no hay nadie más idóneo para filtrar la realidad que aquellos expertos en vender eslóganes vacíos y reescribir la historia según les convenga. Periodista que saque a la luz un escándalo incómodo, periodista que pierde su credencial. Total, ya lo dijo en su día Pablo Iglesias: «El periodismo es demasiado importante como para dejarlo en manos de los medios».

Quiénes son los nuevos guardianes de la verdad

La Mesa del Congreso ha asumido un nuevo rol: el de tribunal de certificación periodística. Lejos de limitarse a gestionar los trámites burocráticos de la Cámara, ahora decidirá quién de entre los periodistas reunidos es merecedor de acceso y quién es un propagador de «desinformación». Ay, Goebbels, lo que te perdiste.

  • PSOE y Sumar: los jueces supremos de la veracidad informativa… porque si algo saben hacer, es manejar la narrativa.
  • Los socios separatistas y bilduetarras: jueces adjuntos de qué se puede investigar y qué no. No vayan a salir más cositas raras de su pasado o su financiación.
  • Podemos (o lo que queda de él): encantados con la medida. Ellos ya soñaban con una prensa sumisa cuando gobernaban con más peso.

Conclusión: si trabajas para un medio afín al régimen progresista, tranquilidad, que no habrá problema. Pero si eres de esos molestos periodistas que se empeñan en buscar la corrupción y el juego sucio, ya puedes ir preparando el currículum para otras funciones.

Pon tú las reglas, póntelas, pónmelas

Pero la brillantez de esta propuesta no acaba con la capacidad de decidir qué es «información veraz». También introduce el maravilloso concepto de «cortesía parlamentaria». Una serie de normas que básicamente establecen que a sus señorías del PSOE y sus socios no se les puede incomodar con preguntas difíciles. Porque, recordemos, la política está para la autocomplacencia, no para dar cuentas.

Algunos ejemplos de comportamiento intolerable según la nueva normativa:

  • Hacer preguntas incómodas. ¿Para qué? Si la respuesta será un eslogan vacío.
  • Grabar sin permiso. ¿Captar un micrófono abierto de algún diputado reconociendo sus trapicheos? ¡Ni se te ocurra!
  • Alterar el orden. Es decir, preguntar insistentemente cuando intentan esquivar respuestas.
  • Usar ironía o preguntas capciosas. Tranquilo, Ferreras y compañía pueden seguir con su trabajo tranquilamente.

En resumen, el Congreso ya no será un hervidero de preguntas inquisitivas y respuestas improvisadas. Ahora será un apacible plató de televisión en el que los periodistas harán las preguntas pactadas y recibirán respuestas igualmente guionizadas. ¡Una democracia con un filtro de Instagram permanente!

¿Y si incumples? Sanción garantizada

La preocupación por el desorden informativo ha llevado al PSOE a establecer un régimen de purgas mediáticas digno de manual. Si algún osado periodista osa traspasar los límites impuestos, se encontrará con un abanico de sanciones diseñadas para educarlo en la obediencia:

  • Apercibimiento y suspensión temporal. Primer aviso: te portas mal, te mandamos a pensar.
  • Suspensión de meses. Para los reincidentes que todavía creen en la libertad de prensa.
  • Revocación total de la credencial. Destierro absoluto para los que no entienden que la política es un teatrillo y no un debate real.

Ahora la Cámara Baja podrá respirar tranquila sin la amenaza de preguntas indebidas o filtraciones incómodas. ¿Que la ministra de Igualdad no sabe explicar a dónde va el dinero del chiringuito feminista? No pasa nada. ¿Que alguien recuerda la hemeroteca de Sánchez contradiciéndose en su enésima mentira? Da igual, no saldrá en las noticias.

Epílogo: 1984, la novela de cabecera del PSOE

Mientras tanto, el Gobierno continúa su cruzada para convertir la democracia parlamentaria en una versión moderna del Ministerio de la Verdad. Solo falta que Pedro Sánchez salga al estrado disfrazado de Gran Hermano y nos diga con su don de palabra y su pose de salvador: «Esto no es censura, es democracia mejorada». Y cuando empiecen a desaparecer periodistas del Congreso, tranquilos: los medios afines se asegurarán de contar la versión oficial.

En definitiva, el PSOE ha encontrado por fin la manera de gobernar sin interferencias periodísticas. Sin periodistas inquisitivos, sin preguntas comprometedoras y sin riesgo de que la corrupción, las contradicciones o los escándalos vean la luz. ¡Viva la democracia socialista! Pero sin prensa libre, por favor.

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