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El PSOE y su obsesión patrimonial: ahora la historia también debe pasar por el rodillo ideológico

El PSOE y su obsesión patrimonial: ahora la historia también debe pasar por el rodillo ideológico
Si algo ha demostrado el PSOE en los últimos años es su habilidad para reescribir la historia a su conveniencia. Más allá de gobernar (o intentarlo), se han propuesto borrar, demoler y adulterar cualquier vestigio del pasado que no encaje con su relato. Y la última víctima de este afán revisionista es la cruz de Albarracín, cuya demolición ha sido ordenada bajo un pretexto tan inconsistente como oportunista.
Una cruz amenazada por el revisionismo
El pretexto para la demolición de la cruz de Albarracín no podría ser más surrealista: según un informe oficial, la estructura se encontraba en estado de deterioro debido al impacto de un rayo en septiembre. Sin embargo, un vídeo grabado en 1988 desmonta por completo este argumento, demostrando que la cruz ya estaba dañada entonces. Es decir, el PSOE y sus aliados han recurrido a una excusa de lo más cutre para justificar su enésima purga ideológica.
Porque claro, no se trataba de un problema real de seguridad ni de conservación del patrimonio: era simplemente una cuestión de eliminar símbolos que no les convienen. Y para ello, han contado con la inestimable complicidad del Gobierno del PP en Aragón, que parece haber asumido sin rechistar la misión de ser cómplice silencioso de esta nueva operación de derribo.
¿Y la conservación del patrimonio?
El PSOE suele alardear de su supuesto compromiso con el patrimonio cuando le conviene. Pero en este caso, en lugar de plantear una restauración o una intervención para preservar la cruz, han optado directamente por la piqueta. ¿Por qué? Muy sencillo: porque esta cruz representa una parte de la historia que les molesta. No es cuestión de seguridad ni de conservación, sino de borrar lo que incomoda.
Curiosamente, este mismo partido que ahora muestra tanta prisa por eliminar la cruz no parece tan eficiente cuando se trata de restaurar y preservar otros monumentos que han caído en el abandono. Para algunos edificios históricos no hay presupuesto ni voluntad, pero para demoler una insignia cristiana, la maquinaria burocrática funciona a toda velocidad.
Una estrategia conocida: el PSOE y su obsesión con el pasado
Este intento de borrar la cruz de Albarracín no es un caso aislado. No es la primera vez que el PSOE decide imponer su criterio histórico a martillazos:
- Han convertido la memoria histórica en una guerra cultural donde sólo su versión de los hechos es válida.
- Han promovido la retirada de monumentos y símbolos históricos que no encajan con su relato.
- Han ignorado cualquier opinión que no se ajuste a su agenda, imponiendo decisiones de manera sectaria.
- Y lo mejor de todo: han sabido darle un barniz legalista a estas purgas, utilizando informes técnicos sesgados y absolutamente discutibles.
Así es como el PSOE manipula, derriba y reinterpreta la historia a su gusto. Y cualquier monumento que no encaje con su agenda, sencillamente, desaparece.
El silencio cómplice y la tibieza de la oposición
Si bien el PSOE lidera esta cruzada contra la historia, no lo hace solo. En este caso, nada menos que el Gobierno del PP en Aragón ha decidido mirar hacia otro lado, permitiendo que se ejecute la demolición sin un ápice de resistencia. Mientras tanto, Vox ha sido el único partido que ha denunciado esta maniobra, solicitando la anulación del pleno que aprobó el derribo.
¿Y la ciudadanía? Como siempre, apartada de la toma de decisiones importantes mientras su historia y su patrimonio son eliminados sin discusión ni consenso. No sorprende que muchos habitantes de Bezas se sientan traicionados y vean este acto como lo que realmente es: un ataque a su identidad y a su propio legado cultural.
El rodillo ideológico del PSOE sigue avanzando
Si lo que buscan es acabar con cualquier rastro del pasado que no se adapte a su narrativa, lo están consiguiendo. Lo que no está tan claro es hasta cuándo ciudadanos de toda España van a seguir permitiendo que su historia sea reescrita y borrada a golpe de decreto e informes oportunistas.
Después de todo, si algo ha dejado claro esta demolición es que para el PSOE la historia no es un legado que hay que conservar: es un obstáculo que hay que erradicar. Y cada demolición es un paso más en su interminable cruzada contra todo lo que quedó fuera de su particular manual de la ética histórica.
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