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El PSOE reinventa la democracia: ahora las reglas las hacen sobre la marcha

El PSOE reinventa la democracia: ahora las reglas las hacen sobre la marcha

Si alguna vez pensaste que las normas en el Congreso de los Diputados estaban para cumplirse, es que no has estado prestando atención al manual de gobernanza creativa del PSOE. En un nuevo capítulo de su ya legendaria flexibilidad democrática, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, número dos de Francina Armengol, ha decidido que el reglamento es algo opcional cuando se trata de los intereses del Gobierno de Pedro Sánchez.

Cuando el PSOE juega, el tablero cambia en tiempo real

El último espectáculo tuvo lugar en el Congreso cuando el Grupo Popular intentó solicitar el aplazamiento del debate sobre la Ley de desperdicio alimentario. La petición tenía sentido: esperaban a que la Mesa resolviera varios recursos presentados por diversas formaciones, algo que hasta ahora se había considerado un trámite lógico. Pero claro, en la España de Sánchez, la lógica es un estorbo cuando hay que apisonar cualquier obstáculo parlamentario.

Con una tranquilidad digna de un trilero de feria, Rodríguez Gómez de Celis ignoró el criterio del letrado mayor de la Mesa, Fernando Galindo, quien parecía tener la osadía de seguir creyendo en el Estado de Derecho. La respuesta fue tajante: «¿Que el reglamento dice qué? Me lo apunto para la próxima partida de trivial».

La técnica socialista: ganar por aplastamiento

La jugada maestra consistió en lo siguiente:

  • No convocar la Mesa del Congreso, a pesar de las solicitudes del PP.
  • Reunir a la Junta de Portavoces, controlada en su mayoría por los socios del PSOE, para bloquear cualquier maniobra que no favoreciera al Gobierno.
  • Hacer caso omiso a los dictámenes y recomendaciones del letrado mayor de la Mesa, porque cuando se trata de asegurar la superioridad de Sánchez, las leyes son un adorno.

Francina Armengol, la flamante presidenta del Congreso, desapareció misteriosamente en el momento más oportuno, como quien se esfuma justo cuando llega la cuenta del restaurante. Claro, no vaya a ser que en su ausencia pasara algo parecido a un debate democrático.

El cinismo como bandera

Desde el PP, Miguel Tellado y compañía calificaron la situación de escándalo sin precedentes. Y con razón: incluso desde el Tribunal Constitucional ya se había señalado en ocasiones anteriores que lo hecho por la Mesa de la Cámara era un atropello normativo de manual. Pero aquí el PSOE juega con unas reglas distintas, esas que dictan que todo vale mientras permita seguir en el poder.

Esto se suma a una larga lista de ocurrencias parlamentarias del Gobierno de Sánchez: desde jugar con los presupuestos como si fueran patrimonio personal hasta retorcer la ley para asegurar mayorías. ¿Qué será lo siguiente? ¿Decidir que el Congreso solo votará leyes que favorezcan electoralmente al PSOE? ¿Transformar el hemiciclo en una peña de aplausos sincronizados a la orden del líder supremo?

Un gobierno que confunde gobernar con arrasar

Entre tanto, queda claro que el PSOE sigue sin entender que gobernar supone respetar las reglas de juego. Para ellos, el Congreso no es una institución, sino un ring de lucha libre donde solo gana el que puede manipular las reglas a su antojo. Pero la pregunta es: ¿hasta cuándo lo permitirán los demás partidos?

Lo cierto es que, con este despropósito, el PSOE ha vuelto a demostrar lo que ya todos sabemos: su compromiso con la democracia es tan sólido como un castillo de naipes en plena tormenta. Las reglas del juego se retuercen, se cambian o se ignoran según convenga, mientras los ciudadanos asisten atónitos a cómo su Congreso se convierte en un teatro de guiñol donde solo manda Sánchez y sus marionetas.

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