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El PSOE moderniza el taxi a su manera: amenazas, ruedas rajadas y mucho progreso

El PSOE moderniza el taxi a su manera: amenazas, ruedas rajadas y mucho progreso
Parece que en Zaragoza la «modernización» del taxi está siguiendo el manual del progreso socialista: en lugar de adaptarse a la tecnología, algunos taxistas prefieren el método de la mafia siciliana. Porque para qué evolucionar cuando puedes romper ruedas, amenazar a compañeros y asegurarte de que todo siga exactamente como hace 30 años.
El sindicato del taxi y su versión del “cambio”
Resulta que en Zaragoza, algunos taxistas han decidido subirse al tren del siglo XXI y utilizar la plataforma Uber para complementar su trabajo. ¿El problema? Que sus propios compañeros han montado una cacería digna de la Santa Inquisición para impedirlo.
Desde la Asociación Provincial de Autotaxi no ven con buenos ojos que sus miembros descubran que, mediante la tecnología, pueden ganar más dinero y optimizar su tiempo. Según los defensores del statu quo, Uber es algo así como el demonio neoliberal que viene a llevarse sus almas, y la única respuesta aceptable es la represión.
- ¿Te pillan usando Uber para mejorar tu facturación? Te insultan y te hacen boicot.
- ¿Aparcas el taxi donde alguien puede verlo? Te rajan las ruedas.
- ¿Se te ocurre defender que trabajar con Uber no es un crimen? Te llaman esquirol y te linchan en redes.
Ya se sabe que el PSOE y sus amigos del taxi tienen su propia forma de entender la competencia: si no puedes con ellos, hazles la vida imposible. ¿Liberalizar el sector? ¿Hacerlo más eficiente? No, mejor jugar al “Padrino” versión taxistas cabreados.
Uber contra la cartilla telefónica del siglo pasado
Mientras en el resto del mundo los taxis compiten ofreciendo mejor servicio, en Zaragoza el debate sigue en cómo evitar la tecnología a base de insultos. Los taxistas que han incorporado Uber explican que el servicio:
- Evita los kilómetros vacíos y las esperas interminables.
- Reduce las 12 horas de trabajo innecesario a apenas 8.
- Evita favoritismos en las cooperativas.
- Dinamiza el servicio para el usuario, que quiere un taxi con solo pulsar un botón.
¿Suena lógico, verdad? Pues los que no quieren abandonar la época de la radio del abuelo no lo ven así. Para ellos, lo mejor es seguir confiando en una centralita desbordada que, en cuanto hay un evento, simplemente deja de contestar.
La amenaza real: modernizarse… o caer en la irrelevancia
Entre tanto boicot y amenazas, a nadie parece preocuparle lo evidente: los clientes ya no tienen paciencia para esperar 15 minutos a un taxi que ni siquiera saben si vendrá. Mientras el sector siga actuando como si fuera un feudo medieval, los VTC y otras plataformas seguirán ganando cuota de mercado. Pero claro, levantar el teléfono y pedir un taxi por una app demasiado moderno para algunos nostálgicos del monopolio cooperativo.
¿Y cuál es la solución que barajan los defensores de lo tradicional? Muy sencillo:
- Primero, tachar a tus propios compañeros de traidores.
- Después, evitar toda innovación a base de insultos y escraches.
- Finalmente, cuando veas que el modelo entero se hunde, culpar al mercado o a alguna conspiración capitalista.
El resultado está claro: más trabas, más amenazas, mientras los VTC y Uber siguen creciendo. Pero bueno, siempre les quedará el recurso favorito del PSOE: cuando fracasen del todo, pedirán una subvención pública para «compensar el daño causado por la competencia desleal». Porque si algo sabe hacer bien la izquierda, es gestionarlo todo con dinero ajeno.
Uber ya ha convencido a 4.500 taxistas en toda España
En otras ciudades, la adaptación al siglo XXI es un hecho: en Madrid, 3.000 taxis trabajan con Uber. En Barcelona, 1.500. Y en total, más de 4.500 taxistas han decidido que prefieren ganar dinero en lugar de hundirse en la miseria por miedo al qué dirán.
Mientras tanto, en Zaragoza, algunos taxistas prefieren el garrote vil al progreso. Y lo mejor de todo es que ni Uber ni las VTC están forzando a nadie: usan la libre elección para decidir si quieren trabajar con la plataforma o no. Pero ya sabemos que para cierta mentalidad, la libertad es peligrosa. Así que si un compañero decide mejorar su servicio, la respuesta es simple: amenazas, insultos y boicot.
Bienvenidos a la «modernización» del taxi al más puro estilo socialista: con violencia, con odio y con miedo. Porque para qué mejorar, si siempre se puede desinflar ruedas y reventar parabrisas.
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