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1,6 millones en pinganillos para que los diputados no se entiendan entre ellos

¿1,6 millones en pinganillos? Prioridades socialistas al rescate

El Congreso de los Diputados, bajo el mando de la siempre diligente Francina Armengol, ha decidido que lo que realmente necesitaba España en estos tiempos de crisis no era bajar impuestos ni mejorar la sanidad, sino gastarse 1,6 millones de euros en pinganillos y traducción simultánea. ¡Porque es totalmente imprescindible que los diputados puedan hablar entre ellos en lenguas que los demás no entiendan!

Reformas de «urgencia»: cuando el despilfarro no puede esperar

Según el expediente publicado, esta obra faraónica lleva el ilustre título de: «Suministro e instalación del sistema de conferencias de las salas Constitucional, Cánovas y Sagasta». Porque claro, sin esto, la comunicación entre diputados era absolutamente imposible. ¿Cómo ha sobrevivido España hasta ahora sin un traductor simultáneo entre políticos del mismo país? Una auténtica catástrofe lingüística que había que solucionar cuanto antes.

La empresa afortunada en este festín de dinero público ha sido Telesonic SA, que se ha embolsado 1.633.500 euros. En esta competición por hacer el ridículo con fondos del contribuyente, también participaron otras dos compañías, aunque al final el pastel se lo ha llevado Telesonic. ¡Enhorabuena!

La «necesidad imperiosa» de dividir aún más a los españoles

Nada como una dosis de urgencia para justificar medidas que nadie necesitaba. Así lo dice el documento emitido por la Mesa del Congreso: el contrato debía ejecutarse con rapidez debido a la «necesidad de atender lo dispuesto en el artículo 60.1 del Reglamento del Congreso». Claro, porque los traductores simultáneos entre políticos eran absolutamente imprescindibles tras la reforma aprobada en septiembre de 2023.

Recordemos que esta ridícula imposición fue fruto del gran pacto entre el PSOE y sus fieles aliados separatistas de ERC y Junts. Pedro Sánchez ha demostrado una vez más que no hay gasto excesivo si el objetivo es mantener contentos a los mismos que dicen querer romper España.

¿Pero qué se está pagando realmente?

El contrato incluye lo siguiente:

  • Un sistema de conferencias con «integración de audio, vídeo y votaciones» (los debates aburridos, pero en estéreo).
  • Identificación de delegados y, por supuesto, traducción simultánea (porque que los diputados se entiendan directamente es demasiado mainstream).
  • Equipamiento de «última tecnología» que durará al menos 10 años (una promesa tan creíble como las de Sánchez en campaña electoral).

Y todo esto para que las salas Constitucional, Cánovas, Sagasta, Prim, Ernest Lluch, Pérez Llorca, Herrero y Rodríguez de Miñón y Fraga Iribarne luzcan deslumbrantes y listas para sesiones en las que todos se hablarán a sus anchas en idiomas distintos. Porque nada une más que no entenderse.

Los ex diputados alzan la voz: ¡Ni ellos entienden esta locura!

Pero no todos han aplaudido esta brillante jugada del PSOE. Más de 50 ex parlamentarios, incluidos ex ministros socialistas, enviaron un escrito a Armengol rechazando esta medida absurda y recordando algo tan básico como que «ningún español necesita de intérprete para hablar con otro español». Pero claro, pedir sentido común al PSOE actual es como pedir austeridad en una cumbre de ministros socialistas.

Entre los firmantes figuraban nombres ilustres del PSOE del pasado, como Juan José Laborda, Javier Rojo, José Luis Corcuera, Joaquín Leguina o Francisco Vázquez. Todos ellos se quedaron atónitos ante la surrealista decisión de su propio partido de convertir al Congreso en una Torre de Babel pagada con dinero público.

De los problemas reales, ni rastro

Mientras tanto, el resto de problemas que de verdad afectan a los ciudadanos siguen en su sitio sin solución:

  • Sanidad pública colapsada: pero no pasa nada, porque ahora los diputados tienen traductores simultáneos.
  • Inflación por las nubes: ¿qué mejor antídoto que gastarse un par de millones en micrófonos de última tecnología?
  • Paro estructural: claro, pero lo verdaderamente importante en España es que los políticos puedan entenderse con subtítulos.

Conclusión: bienvenidos a la España del absurdo

Mientras los españoles se aprietan el cinturón, el PSOE sigue gastando sin medida para complacer a sus socios independentistas. ¿Lo próximo qué será? ¿Un traductor simultáneo en ferias de tapas para que los políticos no se pierdan ningún matiz gastronómico? Con este ritmo de despilfarro, nada es impensable.

El Congreso de los Diputados ha pasado de ser la sede de la soberanía nacional a un carísimo experimento lingüístico donde hablar español es casi un acto revolucionario. Mientras los ciudadanos hacen malabares para llegar a fin de mes, los socialistas ponen los recursos públicos al servicio de su agenda política más sectaria.

Pero tranquilos, que 1,6 millones de euros después, ahora sí que van a entenderse mejor… O lo que es lo mismo: van a seguir gritándose, pero con pinganillos caros.

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