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El PSOE descubre Kiwi Market y acusa a la realidad de hacerle oposición

El PSOE descubre Kiwi Market y acusa a la realidad de hacerle oposición

Cuando pensábamos que el PSOE ya no tenía más maneras de sorprendernos con sus ocurrencias, llega lo inesperado: han descubierto Kiwi Market. Sí, ese supermercado que ha revolucionado Madrid con precios que parecen de otra época –una en la que llenar la cesta de la compra no requería vender un riñón– ha sido señalado por las filas socialistas como una «amenaza al discurso oficial». Porque, claro, si los ciudadanos ven que pueden comprar productos básicos sin que su bolsillo sufra un infarto, entonces alguien está torpedeando la narrativa oficial de que la inflación «no es para tanto».

Un enemigo público: los precios bajos

El PSOE y su corte de expertos en economía alternativa –esa en la que un aumento del 30% en el precio de los alimentos es apenas «un ligero ajuste»– han identificado en Kiwi Market una anomalía preocupante en el sistema. ¿Cómo se atreven a ofrecer aceite de oliva a 24 euros, cuando los supermercados de toda la vida te lo venden a 50? ¿Dónde queda aquí la igualdad de sufrimiento? No es justo que algunos puedan comprar un pollo por 2,99 euros mientras el Gobierno trabaja incansablemente para garantizar que nadie pueda darse semejante lujo sin hipotecar su casa.

Fuentes cercanas al Ejecutivo han señalado que lo de Kiwi Market «es un caso grave de competencia desleal… con la narrativa oficial». Según explican, si los ciudadanos descubren que es posible comprar detergente por menos de 7 euros o una lata de refresco por 0,45 euros, podrían empezar a preguntarse si, quizás, solo quizás, el actual desastre económico no es culpa de las circunstancias externas, sino de decisiones mal tomadas. Y eso, evidentemente, es inadmisible.

El manual socialista ante las crisis: negar, señalar y victimizarse

Como cualquier problema que amenaza la hegemonía del PSOE, este también ha pasado por el proceso estándar de reacción gubernamental:

  1. Negación: «No hay inflación, es una percepción errónea creada por la oposición y los medios de derecha».
  2. Señalamiento: «Kiwi Market es sospechoso. ¿Quién está detrás? ¿Será una artimaña neoliberal para desprestigiar las políticas progresistas?»
  3. Victimización: «Claro, ahora resulta que todo lo que hacemos está mal. Pero cuando gobernaba la derecha sí les salía todo perfecto, ¿no?».

Mientras tanto, cientos de consumidores siguen abarrotando los pasillos de Kiwi Market, comprando productos a precios razonables y, lo que es peor, haciéndolo sin agradecerle al Gobierno. Un escándalo en toda regla.

El modus operandi de la izquierda: si algo funciona, regúlalo hasta que deje de hacerlo

Ante este éxito inesperado de la lógica económica y la oferta y la demanda, los asesores del Gobierno ya están buscando alternativas para aplacar el problema. Entre las posibles soluciones están:

  • Un nuevo impuesto sobre los “supermercados insolidarios” (también llamados “sitios donde la gente puede comprar sin arruinarse”).
  • Obligar a Kiwi Market a vender productos a precios dictados por el Ministerio de Consumo, asegurando que todos sufran la inflación por igual.
  • Imponer una tasa por «beneficio inesperado», porque vender productos sin inflarlos artificialmente es, por supuesto, una anomalía que debe corregirse.

Mientras tanto, los clientes siguen comprando, ignorando el escándalo burocrático que han desatado. Y quizás, solo quizás, lo que realmente está pasando aquí es que la gente se ha dado cuenta de que no necesita al PSOE para poder vivir dignamente. Un golpe devastador a décadas de propaganda paternalista.

¿El futuro de Kiwi Market? Dependerá de cuánta envidia despierte

Habrá que ver cuánto tiempo dura este oasis de cordura económica antes de que el Gobierno decida intervenir para «corregir desigualdades». Porque si algo ha demostrado el PSOE es que, en su afán por garantizar que todos suframos por igual, todo lo que funcione fuera de su control es una amenaza para su relato. Y eso, como bien sabemos, es lo único que no pueden permitirse perder.

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